Desheredar a un hijo

¿No haber visitado al padre o madre durante su enfermedad es causa de abandono o maltrato a estos efectos?

Desheredar a un hijo

La actuación de una hija que no visitó a su padre tras conocer su enfermedad no ha sido motivo suficiente para justificar ser desheredada por causa de maltrato o abandono, al no serle imputable a ella la falta de relación afectiva que existía entre ambos, por haber sido el padre quien la abandonó cuando era niña.

Así ha resuelto recientemente el Tribunal Supremo (TS) una controversia suscitada cuando esta hija tuvo conocimiento de que había sido desheredada por su padre en testamento, alegando los motivos señalados. La hija impugnó la causa de desheredación y reclamó su legítima. Aunque reconoció haber tenido conocimiento de la enfermedad de su padre, alegó que ella se ha criado con su madre y su padre nunca intentó tener contacto con ella desde que se separaron siendo niña.

Los familiares favorecidos por la desheredación reconocían los hechos, pero imputaban lo sucedido a la madre que llevó a cabo todo tiempo de impedimentos de la madre para que el padre tuviera una relación normal con su hija, actitud que mantuvo la propia hija cuando alcanzó la mayoría de edad. 

Los tribunales desestimaron la demanda y reprocharon a la hija su comportamiento tras conocer la grave enfermedad del padre.

Sin embargo, ahora el TS ha estimado el recurso de la hija, a quien no se puede reprochar que sea la culpable de la ruptura del vínculo afectivo porque solo tenía siete años cuando se separaron sus progenitores y se inició la ausencia de contacto y relación. Si tal relación no se dio a partir de la separación, realmente la que fue abandonada por el padre fue la niña, que ha desarrollado toda su vida sin la presencia de un padre que cumpliera todos los deberes paterno-filiales.

Además, no consta que el padre realizara el más mínimo intento de para iniciar una relación con su hija una vez que esta adquiere la mayoría de edad. Tampoco justifica la desheredación la actuación de la hija al conocer la enfermedad del padre y no visitarlo. Si eso generó daño o sufrimiento en el padre cuando sentía próximo su fallecimiento, no es imputable a un comportamiento reprobable a la hija.

 

 

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